Estrategias de obtención de alimento y conducta de forrajeo de un ectotermo en un ambiente impredecible

  1. Pérez Cembranos, Ana
Dirigida por:
  1. Valentín Pérez Mellado Director

Universidad de defensa: Universidad de Salamanca

Fecha de defensa: 26 de marzo de 2015

Tribunal:
  1. Maria Misericòrdia Ramon Juanpere Presidente/a
  2. Sonia Mediavilla Secretaria
  3. José Martín Rueda Vocal
Departamento:
  1. BIOLOGÍA ANIMAL, ECOLOGÍA, PARASITOLOGÍA, EDAFOLOGÍA Y QUÍMICA AGRÍCOLA

Tipo: Tesis

Resumen

Las características de las islas determinan y marcan las de la biota que vive en ellas. El aislamiento, la lejanía al continente, la baja diversidad o simplicidad de sus comunidades, los recursos escasos e impredecibles y, en general, la baja presión de depredación, han marcado el desarrollo de su fauna, y especialmente de los lacértidos (Pérez-Mellado y Pérez-Cembranos, en prensa). Así, Podarcis lilfordi, como otros lacértidos insulares endémicos, es un buen ejemplo de los efectos de la liberación ecológica, es decir, de ciertas modificaciones comportamentales y de la ampliación del rango en el uso del hábitat y los recursos de una especie gracias a la escasez de competidores y de depredadores (MacArthur y Wilson, 1967). Esto no sólo se manifiesta en una dieta omnívora, sino en una extraordinaria variabilidad en el consumo de los recursos según su disponibilidad en las diferentes zonas de la isla del Aire, estaciones o años estudiados (Capítulos 4 y 5). El consumo de elementos vegetales por parte de lacértidos insulares es un fenómeno común (Van Damme, 1999; Cooper y Vitt, 2002) y, así como las diferentes presas animales pueden requerir distintas estrategias de caza y consumo (Pianka, 1966), la amplia variedad de los elementos vegetales consumidos también requerirá el empleo de diferentes estrategias de obtención del alimento, como libar el néctar o el polen accesible, morder o arrancar flores, tragar frutos enteros o arrancar fragmentos de tallos y hojas (Capítulo 5). De este modo, las interacciones entre reptiles y plantas son de muy variada naturaleza (Pérez-Mellado y Traveset, 1999), abarcando desde su consumo hasta complejos mutualismos de polinización y dispersión, que pueden influir en numerosos aspectos del comportamiento de los reptiles implicados. Es el caso del consumo de las flores del cardo cuco, Carlina corymbosa, por parte de P. lilfordi, que no sólo influye en la proporción vegetal que incorpora a la dieta, sino que también va ligado al consumo de una mayor proporción de presas voladoras, probablemente atraídas por las mismas flores de Carlina (Capítulo 5). Es más, su consumo influye de modo significativo en el comportamiento antidepredador de las lagartijas, que emplean el cardo como elemento nutritivo valioso pero que arrostra un incremento en el riesgo de depredación, debido a su mayor visibilidad sobre las plantas, que durante el forrajeo en el suelo. No obstante, las formaciones de cardos tienen la ventaja de servir como un refugio muy cercano y seguro ante los depredadores, al menos para una primera huida (Capítulo 6). En situaciones así, se observa el carácter complejo del comportamiento antidepredador, en el que de forma continua se valoran los riesgos y beneficios de cada actividad y de cada alternativa, tomando decisiones sobre cómo actuar. En definitiva, la toma de decisiones es esencial y cada individuo debe ponerla en práctica de forma continua en relación con múltiples aspectos de su actividad diaria. En ocasiones, tales decisiones están basadas en la experiencia propia, pero también el resto de individuos pueden jugar un papel importante con la información que, de manera voluntaria o involuntaria, brindan a sus conespecíficos (Valone y Templeton, 2002). Incluso en especies solitarias y sin un comportamiento social o jerárquico marcado, como es el caso de numerosos reptiles insulares, se observa el uso de la información social en la toma de decisiones relacionadas con la alimentación (Capítulo 7). Las condiciones ambientales propias de las poblaciones de reptiles insulares, especialmente su elevada densidad poblacional y la escasez de recursos, parecen haber reforzado evolutivamente la capacidad de las especies insulares para aprovechar cualquier nuevo recurso alimenticio. Esta circunstancia parece haber favorecido el uso de la información procedente de los conespecíficos. Ya que el aprendizaje social puede tener lugar en reptiles sin una estructura social (Wilkinson et al., 2010), podríamos pensar que la observación de conespecíficos explotando de manera exitosa diferentes recursos alimenticios novedosos tiene un valor adaptativo. Así, el consumo de subsidios marinos que llegan a la costa durante los temporales, especies vegetales de reciente implantación, o carroña de especies autóctonas como gaviotas o introducidas, como los conejos, e incluso restos de comida de visitantes humanos, podría extenderse rápidamente por una población insular como la de P. lilfordi en la isla del Aire. En resumen, las particulares condiciones ambientales de la isla del Aire y, en general, de los enclaves microinsulares, parecen haber favorecido la aparición de toda una serie de sorprendentes conductas de obtención del alimento en la lagartija balear, de modo que estas poblaciones exhiben una ecología trófica que puede considerarse única en el conjunto de los vertebrados terrestres.