Miguel de Unamuno y el modernismo religioso italiano

  1. Cucchia, Alberto
Dirigida por:
  1. Ascensión Rivas Hernández Directora

Universidad de defensa: Universidad de Salamanca

Fecha de defensa: 01 de junio de 2012

Tribunal:
  1. Vicente González Martín Presidente/a
  2. Fernando Rodríguez de la Flor Adánez Secretario
  3. Sandro Borzoni Vocal
  4. José Antonio Ereño Altuna Vocal
  5. Enrique Santos Unamuno Vocal
Departamento:
  1. LENGUA ESPAÑOLA

Tipo: Tesis

Resumen

Podemos decir que el modernismo religioso vivió sus años de más intensa polémica en la última década del siglo XIX y la primera del XX, siendo el año 1907 el momento culminante de una crisis anunciada a causa de las medidas adoptadas por el entonces Pontífice Pío X. En estos últimos años se multiplicaron las conmemoraciones, los aniversarios, los debates periodísticos que no sólo contribuyeron a levantar la olvidada polvareda, sino que también profundizaron en algunos aspectos ideológicos del movimiento, transmitiendo con mayor lucidez a la posteridad los cimientos doctrinales de una rebelión sin cisma contra la Iglesia anhelada por aquellos prelados o teólogos laicos y sus pretensiones de reforma que ya no parecen, como entonces, tan arbitrarias a la humanidad envejecida de un siglo. Hoy en día parece claro que el modernismo religioso no se puede definir como un fenómeno de aberración del intelecto fruto de la soberbia de los teólogos. Finalmente queda consolidado que fue un fenómeno cultural de vastas proporciones y, al igual que el modernismo formal, ha logrado quitarse esa mancha despectiva de la que surgió el término, cuando los defensores de la ortodoxia tanto religiosa como cultural empezaron a usar este vocablo para estigmatizar los excesos de la modernidad. Desafortunadamente, a partir de mediados del siglo XX, la crítica laica religiosamente desinteresada, pero culturalmente muy interesada, ha empezado a vislumbrar instancias renovadoras del catolicismo en los rincones más recónditos de la sociedad civil y religiosa de su propio país. Es el caso de España, tradicionalmente fuerte en mística, pero débil en teología, cuya crítica percibió la carencia e intentó a toda costa brindar al mundo sus iluminados representantes de la cultura religiosa. Azorín, A. Machado, Darío, J. R. Jiménez, entre los laicos, Arintero, Martínez y Getino, entre los eclesiásticos, entrarán en el grupo, para algunos hispanistas, objeto de la condena. Naturalmente, el caso más paradigmático en este sentido, no podía que ser otro que el de Miguel de Unamuno. En mi trabajo he estudiado algunos escritos olvidados del autor que le alejan inexorablemente del fermento. Estos escritos, que todavía no aparecen en sus Obras Completas, están en relación, por órgano de difusión, con el modernismo religioso italiano y, por contenido, con el modernismo religioso europeo en general.