"La investigación-reflexión-acción 25 años después. Una comparación entre lo que ""se sabe"", ""se divulga"" y ""se hace"" a partir del análisis de documentos"

  1. MENA MARCOS, JUAN JOSE
Zuzendaria:
  1. Emilio Sánchez Miguel Zuzendaria

Defentsa unibertsitatea: Universidad de Salamanca

Fecha de defensa: 2007(e)ko ekaina-(a)k 29

Epaimahaia:
  1. Ángel I. Pérez Gómez Presidentea
  2. José Ricardo García Pérez Idazkaria
  3. Elena Martín Ortega Kidea
  4. Pablo del Río Pereda Kidea
  5. Harm Tillema Kidea
Saila:
  1. PSICOLOGÍA EVOLUTIVA Y DE LA EDUCACIÓN

Mota: Tesia

Teseo: 288921 DIALNET

Laburpena

Estudiar el complejo proceso de la Investigación-Reflexión-Acción (IRA) exige conocer la evolución teórica y cultural del mismo a través de los distintos agentes educativos que lo utilizan y hacen suyo. Así pues necesitamos valorar la distancia entre lo que se dice del paradigma y lo que finalmente se hace en tres de sus ámbitos de influencia: la investigación, la divulgación y la actuación docente. Para valorar esta triple confrontación hemos analizado en este estudio 50 artículos de investigación (meta-análisis), 122 artículos de dos revistas de divulgación (análisis de contenido proposicional) y 49 prácticas de innovación docente (análisis proposicional). Lo que hemos observado es que no se aportan evidencias empíricas sobre todo aquello que se dice desde los tratados teóricos, pero no sólo eso sino que los datos ofrecidos no son sobre lo nuclear de este proceso y sí sobre lo periférico. En segundo lugar, cuando se acomete la difícil tarea de comunicar y compartir el conocimiento existente (divulgación), éste no se corresponde con la teoría central y por el contrario se crean conocimientos ex novo sin ningún tipo de validación empírica ni teórica. En último término, cuando los docentes afrontan la tarea de reflexionar en la práctica no son capaces de elaborar ciclos de IRA completos y la calidad de los mismos (medida en el grado de centralidad y concreción de sus feedbacks) se ve afectada siendo poco elevada. Todo ello apunta a pensar como propio cauce de comunicación científica merma el potencial práctico de este artefacto teórico debido a una carencia de datos empíricos que lo corroboren. Su uso real por los docentes se basa en creencias e intenciones, que comunicadas por otros, ayudan poco a cambiar.