Factores asociados a la violencia en el contexto escolar y familiarel papel del apego, las expectativas de clase social, la violencia simbólica y el género.

  1. Espaillat Molina, Vanessa Maria
Dirigida por:
  1. José Antonio Fuertes Martín Director
  2. Begoña Orgaz Baz Codirectora

Universidad de defensa: Universidad de Salamanca

Fecha de defensa: 25 de noviembre de 2016

Tribunal:
  1. Alberto Rodríguez Morejón Presidente/a
  2. Rodrigo Jesús Carcedo González Secretario
  3. Susana Lázaro Visa Vocal
Departamento:
  1. PSICOLOGÍA EVOLUTIVA Y DE LA EDUCACIÓN

Tipo: Tesis

Teseo: 448615 DIALNET

Resumen

Se realizó una investigación sobre factores sociales y familiares que se asocian a la violencia en el contexto escolar y familiar de adolescentes en República Dominicana. En este sentido nos interesó conocer en mayor profundidad, cómo el tipo de apego, las expectativas de clase, la violencia simbólica y el género, se relacionan con la implicación en conductas agresivas y la victimización. Se hicieron dos estudios: uno cuantitativo aplicando pruebas psicológicas midiendo agresión, victimización y apego, y cuestionarios creados para la investigación, analizados con el paquete estadístico SPSS versión 23, y otro cualitativo a través de realizar grupos focales, estudios de casos, y análisis de preguntas abiertas, con 150 estudiantes de 7mo., a 12mo. Grado, de edades comprendidas entre los 13 a 17 años, pertenecientes a tres estratos sociales diferentes, de clase alta, clase media y clase baja, para analizar cómo estos factores influyen en el juego relacional de los agresores y las victimas en las familias y en los contextos escolares y en la sociedad. RESULTADOS ESTUDIO CUANTITATIVO Con respecto a la agresión, los niveles se dieron en función del género, y no del contexto educativo y social. Los varones muestran niveles de agresividad reactiva y pro-activa más altos que las mujeres, en los tres contextos educativos. Con respecto al tipo de agresión en los tres colegios prima la agresión reactiva o agresión social que se da por la exclusión. La escala exclusión ayudo a comprender, cuáles de las áreas evaluadas: por clase social, por ser diferente, por color, por inteligencia, preferencia sexual y por ser discapacitado, predominan en las tres clases sociales. Esta exclusión ayuda a entender el fenómeno de la agresión, y el juego de las víctimas y victimarios. Las escalas más bajas de exclusión fueron: el rechazo por el color y por ser discapacitados. En el contexto educativo de clase alta, el grado de exclusión era significativamente superior al contexto de clase media, y de clase baja. La exclusión es más visible en los estratos altos, y donde menos se manifiesta es en la clase media. En el centro educativo de clase alta, hay más exclusión y menos victimización, sin embargo, en la clase media y baja, hay menos exclusión y más victimización. La clase alta se prepara para ser la clase dominante. La clase media y baja para ser los dominados. Como la escuela es un reflejo de lo que pasa en la sociedad, cada clase social refleja su realidad. De esa manera la escuela perpetúa el status quo. Los resultados de la variable apego con la agresividad y la victimización fueron: La madre se relacionó negativamente con la agresión, la agresión reactiva y la agresión proactiva, es decir, que mientras más alto es el apego hacia la madre, menor agresividad, y viceversa. Por otro lado, el apego del padre se relacionó también negativamente sobre todo con la victimización y en segundo lugar con la agresión. Es decir, a mejor relación con el padre, menos victimización y menos agresividad tendrán los hijos. Fue significativa la diferencia entre las tres figuras de apego: la madre, el padre y los amigos. El apego mayor fue hacia los amigos, como era de esperarse por su etapa de desarrollo, sobre todo en la escuela de clase alta, también la escala confianza fue más alta para los amigos que para los padres. La madre es la figura a la que se tiene menor calidad del apego. También los resultados de este estudio indican, que los hijos tienen mayor comunicación con la madre, aunque tienen menos confianza hacia ella. También es con la que tienen menos alienación, es decir, la que les provoca menos sentimientos de soledad, exclusión y depresión. Indican que no se sienten solos, aunque no puedan tenerle confianza. En la clase social alta tienen mayor calidad del apego con los padres que en las otras clases sociales. Los jóvenes de clase social alta, tenían mayores aspiraciones económicas, educativas, sociales y profesionales, que los jóvenes de clase media y clase baja. Estas aspiraciones son incentivadas por los padres, desde que sus hijos son muy pequeños. Nuestros resultados muestran que tanto en los varones como en las mujeres, los niveles de agresión se asocian a la victimización, aunque aparece especialmente en los varones. Es decir, que las personas que agreden, tienden a sentirse agredidas, y, de esa manera, se perpetúa el círculo de la violencia en la familia y en los sistemas escolares. Con respecto a la escala victimización, los resultados indican que en los tres colegios se sienten victimizados socialmente, por encima de la victimización física y verbal. La victimización y la agresión, tienen una relación inversa con las aspiraciones, es decir, a mayores aspiraciones, menor victimización y menor agresión. A mayor victimización y agresión, menos aspiraciones. Las aspiraciones se relacionan con el desarrollo de sus propios proyectos de vida, de haber accedido a su propio deseo e individuación. RESULTADOS ESTUDIO CUALITATIVO Los de la clase alta tienen más privilegios, libertades y oportunidades que cualquier otra clase, pero son socialmente ignorantes de lo que ocurre en la sociedad, por lo que no asumen como importante la búsqueda de las soluciones a los conflictos que aquejan a la sociedad y que la clase media y baja los reconocen porque son víctimas de ellos. La exclusión es una problemática común en los tres centros pero más evidente en el centro de clase alta. Los del contexto medio y bajo, pero más los de clase baja, tienden a negar más la exclusión y negar la marginalización. A los de la clase baja, se les hace mucho más difícil ver las diferencias por la clase social en comparación con los otros dos contextos. En la clase alta Los sentimientos de soledad son intensos, parecen vivir bajo la premisa que si no tienes dinero te quedas solo y nadie te aprecia. Fue la única clase social que se dejaba influenciar de las creencias de sus padres y perpetuaban la exclusión. Es decir, hablaban de cómo sus padres indicaban con quienes se podía juntar y a quienes evitar. Igualmente fue la única que catalogo cómo problemas sociales sus dolencias como individuos, y los problemas como la delincuencia y la pobreza eran catalogados como problemas que los pobres crearon y no quieren resolver. La clase media presentó la característica de que vivía los problemas de la clase baja pero actuaba como la clase alta. Se percatan de las diferencias sociales y viven la invisibilidad tanto con sus pares como los de la clase alta; ellos no pueden vivir como los ricos pero emulan sus conductas. Sin embargo son socialmente conscientes de las problemáticas que circundan en sus alrededores y manejan a profundidad las temáticas que atentan contra la realidad dominicana. La clase baja se caracteriza por no saber o negar la marginalidad y la exclusión, no se sienten excluidos ni oprimidos; eso es parte de la violencia simbólica. Sin embargo, como las otras clases sociales, hay exclusión dentro de esta clase pero se centra en aspectos concretos como el color de piel, a los presos y a los que son menos agraciados físicamente. Se destaca por ser la única clase social donde la violencia física se manifiesta de una manera muy habitual. Los líderes en la clase alta son atribuidos y conectados con connotaciones negativas. Son líderes negativos, que humillan y excluyen. El liderazgo positivo salió evidenciado con mayor frecuencia en la clase media y baja, donde para poder salir adelante es necesario muchas cualidades positivas. CONCLUSIONES La violencia que se vive en el entorno familiar, escolar y social, repercute en los seres humanos generando víctimas femeninas y masculinas, que de esa manera evidencian el abuso del que han sido objeto, y agresores que emulan a los que asumen esa posición dentro de los diferentes contextos. Llama la atención que los hombres son más violentos que las mujeres, por lo que el trabajar por crear una nueva masculinidad y una nueva femineidad se hace necesario. Además de los elementos sociales y culturales, la violencia simbólica y estructural, el contexto y el género, otros aspectos que tienen un impacto determinante dentro de los temas de violencia son las aspiraciones sociales y el tipo de apego que presenten los miembros de la familia. Los conflictos en la sociedad afectan a las familias, pero a su vez, los conflictos en las familias afectan a la sociedad, generando un círculo vicioso el cual es importante reconocer. Y solo podremos hacerlo si comprendemos el juego relacional, muchas veces inconsciente, que se da a través de la violencia simbólica y buscamos soluciones efectivas a los conflictos que se presentan. La manera en la que está estratificada la sociedad occidental por clases sociales, ya de por sí está fomentando un modelo de exclusión. Condiciona el juego relacional de la víctima y el victimario, que se da en las sociedades democráticas actuales, cuyo modelo económico fuera catalogado por el Papa Juan Pablo II, como ¨Capitalismo Salvaje¨, porque no contempla límites para los que tienen el poder económico y las reglas de juego no promueven la justicia social, generando situaciones que se explican a través de la violencia estructural. Esta violencia genera un tipo de relación, que se reproduce en todos los contextos sociales, incluyendo la familia. El que tiene el poder subyuga al que no lo tiene. Este modelo de exclusión también se emula en el contexto escolar, por lo que hemos comentado, que el aula reproduce la cultura, los valores, las preferencias y los modelos de violencia imperantes en la sociedad, que crean desigualdades sociales y diferencias de oportunidades, dependiendo de quién es dueño de los medios y quién labora por un salario. Los resultados de esta investigación señalan que en el contexto escolar de la clase social alta es donde se da más la exclusión y en la clase media y baja, la victimización. De esa manera se manifiesta la violencia simbólica. Los jóvenes de clase alta se preparan para ser la clase dominante y la clase media y baja, para ser personal subordinado, algunos con mejores salarios. La clase alta tiene acceso a mejores posibilidades educativas, por eso tendrá más oportunidades de alcanzar sus aspiraciones, que son más altas que en la clase media y baja. En el estudio cualitativo se evidencia, que los pobres que están excluidos no se dan cuenta. Reciben los efectos de la violencia por exclusión y no la reconocen. Los jóvenes con menos autoestima y víctimas de violencia en sus sistemas familiares, serán los más afectados por los prejuicios sociales, tomando los roles de víctimas, victimarios, o de observadores del abuso, los cuales, con su aprobación silenciosa, forman parte de la violencia escolar. Las relaciones familiares crean estilos de interacción que pueden repetirse en otros contextos como isomorfismos. Los resultados de los dos estudios realizados, nos lleva a la conclusión de que el apego seguro con los padres y los amigos, es el antídoto para la victimización y para la agresión dentro de los centros escolares. Es decir, que el acoso escolar o violencia entre iguales, que prevalece más en las edades de la pubertad y el inicio de la adolescencia, no se manifiesta en jóvenes seguros de sí mismos y con buena autoestima, independientemente de su clase social. Un apego seguro con la madre, una buena relación con ella y tener aspiraciones, según los resultados de la presente investigación, previene la agresión. Una explicación plausible es que su vinculación le ayuda a integrar estrategias de regulación emocional y de manejo de conflictos. Por otro lado, una buena relación con el padre, tener aspiraciones y buena relación con los amigos previene la victimización, porque la función principal del padre es no solo ser un protector, sino es quien lanza a los hijos hacia el mañana elevando su autoestima y su valor personal. Una buena relación familiar previene el acoso escolar, pues un joven con autoestima no entrará en el juego relacional de la víctima y el victimario, pues no ha sido el ejemplo de relación recibido en su hogar y no ha creado patrones mentales que condicionan el accionar típico de los que viven en esos juegos relacionales abusivos. Los contextos familiares y escolares, que promueven el apego seguro y el desarrollo de la autoestima de los niños y jóvenes, en un clima de inclusión y de valores, no importando el estrato social, ayudarán a desarrollar en ellos habilidades de convivencia, que les permitirán ser un sello protector contra la violencia, la discriminación y la exclusión, que priman en el modelo relacional del sistema político y económico imperante en las sociedades capitalistas, que generan exclusión y violencia estructural y simbólica. En su vida adulta tendrán más posibilidades de incidir en la vida pública y mejorar la calidad de vida de la mayoría en la sociedad, promoviendo el bien común y la justicia social tan necesaria para salir del juego del dominante y del oprimido a nivel social. Se necesita educar a todas las clases sociales, para que puedan salir de este juego inconsciente y que así puedan promover el bien común.