La conformación de la ciudad contemporáneaÉcija, 1808-1950

  1. López Jiménez, Clemente Manuel
Dirigida por:
  1. María de los Angeles Raya Raya Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Córdoba (ESP)

Fecha de defensa: 14 de febrero de 2014

Tribunal:
  1. José Manuel de Bernardo Ares Presidente/a
  2. María Teresa Paliza Monduate Secretaria
  3. Víctor Pérez Escolano Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

RESUMEN DE LA TESIS DOCTORAL DE D. CLEMENTE M. LÓPEZ JIMÉNEZ 1. INTRODUCCIÓN O MOTIVACIÓN DE LA TESIS El objetivo de la investigación que aquí presentamos ha sido el estudio de la evolución de los elementos urbanos que fueron conformando la ciudad de Écija en el período comprendido entre los años 1808 y 1950, desde el comienzo de la crisis del Antiguo Régimen hasta el inicio del fin de la autarquía franquista. Igualmente el análisis se introduce en la actuación de los diferentes protagonistas que a lo largo de los años fueron interviniendo en dicho proceso. La tesis, siguiendo un desarrollo sincrónico, alude a una serie de taxonomías imprescindibles para entender el proceso histórico, que aplicado al urbanismo, fue transformando la morfología de Écija. El tratamiento que en este estudio se hace de estos cambios morfológicos tiene como objetivo el presentar y analizar el caso de una ciudad media de la Andalucía interior con una importante significación histórica, económica y social en la provincia de Sevilla y en su ámbito comarcal. Comprobar cómo la dinámica de estos cambios estuvo sujeta a la influencia e interés de las autoridades administrativas de turno, tanto en el ámbito local como provincial, y como este proceso siguió las pautas de lo que venía sucediendo en el resto del país ha sido otra de las hipótesis argumentales que han sustentado la tesis. El Diecinueve fue un siglo que si bien trajo la prosperidad de una nueva era, también vino acompañado de tortuosos y violentos hechos que hicieron de este trayecto un continuo cambio. Desde los años de la Guerra de la Independencia, la inestabilidad política predominaría en un amplio espacio temporal, hasta que la implantación de un régimen más estable y el inicio de la Restauración finalizaron con esta situación, culminando así el último cuarto de la centuria. La llegada del siglo XX, abrazada por la penosa crisis del 98, parecía pronosticar los escasos periodos de tranquilidad interior que viviría el país, siendo la fatídica guerra civil de 1936-1939 la que remataría el panorama. Tras la victoria de los sublevados comienza el régimen dictatorial franquista, cuya primera etapa denominada de la ¿Autarquía¿, marca el punto final del tiempo histórico estudiado. El reflejo de este devenir en Écija a través de las actuaciones urbanísticas realizadas y centradas en su conformación, es finalmente, nuestro objetivo. Los resultados de la investigación pretenden, por un lado, encajar dentro de la historia urbana de un territorio concreto, sujeto a una serie de hechos históricos que en su conjunto fueron diseñando la realidad de una población como Écija; y por otro, desde lo local, acrecentar el acervo cultural y aportar un nuevo elemento al conocimiento general sobre el tema. 2. CONTENIDO DE LA INVESTIGACIÓN Para estructurar los contenidos de la tesis, se ha optado por distribuir los mismos en dos tomos: el primero dedicado al componente teórico, y el segundo destinado a la selección planimétrica y documental. Los diferentes apartados se vertebran a su vez a través de dos grandes capítulos: uno de ellos dedicado a la estructura urbana, y el otro a las infraestructuras. Con ello, hemos querido reflejar los cambios que se fueron produciendo a lo largo del periodo estudiado. Las modificaciones que afrontará la ciudad como organismo vivo y expuesto a las vicisitudes de la Historia, harán que su fisonomía vaya moldeándose al compás del transcurso cronológico y de las mudanzas ideológicas que se plasman en la gestión de los cambios. Las intervenciones que desde comienzos de la centuria decimonónica venían transformando las principales ciudades europeas y entre ellas las españolas, irían trasladándose con desigual presteza, a las ciudades y poblaciones de menor rango. Las capitales provinciales, aunque con diferente ritmo, fueron aceptando y ejecutando las transformaciones urbanas en función de sus necesidades y de la legislación promulgada. Las poblaciones carentes del rango pero con un número de habitantes que en muchos casos superaba al de algunas capitales, se hicieron acreedoras del cumplimiento de la normativa dictada y por tanto, tuvieron que efectuar los cambios pertinentes. El grado de cumplimiento fue variado, tanto en los resultados como en los tiempos de ejecución. Lógicamente no se puede obtener una única lectura, y lo evidencia la extensa bibliografía que al respecto se viene produciendo desde hace bastantes años desde el ámbito de las diferentes disciplinas que tiene como objeto de estudio la ciudad. El capítulo primero se inicia con el estudio de las disposiciones municipales sobre obras y urbanismo. Aquí se analiza la normativa desarrollada a lo largo de siglo y medio y que supuso el soporte reglamentario para la realización tanto de las reformas urbanas interiores como del cuidado y tratamiento del resto de elementos urbanos. A continuación se desarrolla el apartado dedicado a las ¿Intervenciones en la trama urbana¿, cuyos resultados se inician con los efectos de la desamortización y los cambios en el viario sujetos al paulatino derribo del recinto amurallado. A continuación nos centramos en la actuación sobre el viario: calles y plazas, como protagonistas de la transformación morfológica y visual. Por último, y siempre intentando darle un sentido cronológico a las actuaciones, nos centramos en lo realizado en las décadas finales del periodo estudiado, donde se incide en la atención prestada por las respectivas corporaciones municipales a la periferia. Écija, sin perder su condición de ciudad agraria, cambió y de manera notable a lo largo del siglo XIX y primeras décadas del XX, acogiendo la trama viaria estas transformaciones y sufriendo sus infraestructuras unos cambios tan notorios como lo fueron los beneficios que con ellos recibieron sus habitantes. En el capítulo dedicado a las ¿Infraestructuras de la ciudad¿, se tratan los cambios en las principales vías de acceso y la generación de rondas que articulan dicho ingreso; las carreteras y caminos debían ir acorde al progreso y por ello, aprovechando siempre los cambios legislativos y ajustándose a la norma, se fueron remodelando las vías de unión con otras poblaciones. La ubicación de la ciudad y su importancia histórica siempre hizo de la misma un nódulo fundamental en la comunicación terrestre; desde la creación de la Vía Augusta, Écija ha sido un punto fundamental en la conexión entre núcleos urbanos, y sobre todo en ese trayecto que hacía el Norte, después de pasar Córdoba y atravesar Sierra Morena la unía con la Villa y Corte, y hacia el sur la llevaba casi por despoblados hasta la capital andaluza una vez superada Carmona. Las vicisitudes de la travesía de la carretera general Madrid-Cádiz por la ciudad han sido tratadas en el estudio a través de sus reformas en el tiempo y como elemento delimitador del espacio urbano. Esta ubicación como punto clave en el camino de Madrid a Cádiz, y nexo de unión entre las capitales andaluzas de Córdoba y Sevilla es lo que le hará recibir la influencia de ambas, y aunque más lejana de Sevilla, su capital, será de esta de la que recibirá mayor influjo en la época estudiada. Écija será a la vez núcleo central de los pueblos de su comarca natural e incluso de otros fuera de ella. Seguidamente se presentan en el apartado dedicado al ferrocarril, los acontecimientos que discurren desde las primeras propuestas de línea hasta su llegada, y la importancia que tuvo para la trama urbana, tanto su trazado como el establecimiento de su estación. A continuación, dedicamos la atención a los servicios públicos: el abastecimiento de aguas, de luz, y la higiene urbana, elementos que se fueron transformando y que hicieron transformar la ciudad, adecuándolos al paso del tiempo, a las mejoras técnicas, y al desarrollo de una mejor estética urbana. Por último, hemos querido reflejar la importancia que para Écija tuvieron los planes municipales de obras públicas; unos planes que pretendieron mejorar la vida de los ciudadanos actuando en aquellos aspectos de las infraestructuras que iban quedando obsoletas con el paso del tiempo, intentando modernizar no solamente las instalaciones, sino el aspecto urbano. Las acciones llevadas a cabo en la década de 1920 hasta los años de posguerra intentaron, aunque sin éxito, ir acomodándose al paulatino crecimiento poblacional que alcanzará su máximo histórico en la década de 1950. 3. CONCLUSIÓN Todas las transformaciones urbanas iniciadas en la Écija decimonónica irán paralelas al interés por presentar una nueva ciudad adecuada a los nuevos tiempos, aunque ni población ni economía exigiesen aumentar o reorganizar la trama urbana. No hubo plan de ensanche, ni siquiera tras la Guerra Civil de 1936, cuando se inició una etapa de crecimiento poblacional que bien hubiese requerido un plan urbanístico para dotar a Écija del terreno necesario donde acogerlo. En cambio, esta necesidad se supliría con la construcción de grupos de viviendas que ocuparon solares distribuidos desigualmente por la periferia urbana. En cuanto a la planimetría, aunque más tarde de lo previsto, se contó con un plano geométrico o general de población, más una importante serie de planos parciales de las calles y plazas que servirían como base a los posteriores planes de alineación. Unas alineaciones que se convierten, por tanto, en una de las primeras actuaciones en las que sustentar el cambio en el trazado urbano. Desde entonces el respeto a las líneas de fachada presidió cualquier tipo de proyecto constructivo o urbanístico. Sin embargo, este fue un proceso lento, y que a pesar de estar abierto legalmente desde 1847, se plasmarían en la ciudad a partir de 1860, de manera muy puntual, y de una forma más generalizada a partir de 1877. En la historia urbana de Écija durante las épocas moderna y contemporánea, y teniendo la plaza de España como referente, podemos establecer dos etapas fundamentales en las que resumir los cambios de consideración entre las zonas norte y sur de la ciudad. Hasta el último tercio del siglo XIX, la zona norte estructurada a través del eje formado por las calles Mas y Prat, Santa Cruz y Mayor, fue un sector próspero en el que se ubicaron edificios civiles y religiosos de gran relevancia. Hospitales, iglesias, sedes gremiales, recinto ferial,... Sin embargo, a partir del último cuarto de la centuria decimonónica la importancia de la zona fue cediendo paulatinamente protagonismo a favor del sur de la ciudad. El punto de inflexión fue la decisión de abrir la avenida Miguel de Cervantes, hecho que incentivó la construcción y ordenación urbana de todo el sector en la confluencia de la nueva vía con la carretera general Madrid-Sevilla. Una idea que inició su andadura 1876 y que no se vería definitivamente concluida hasta la década de 1950. La traumática intervención en la trama heredada vino a demostrar que la ciudad, por empeño de sus dirigentes, no quedaba al margen de los beneficios que aportaba dicha actuación para la accesibilidad y dinamismo urbano. Podemos establecer en definitiva, tres etapas en la conformación de la ciudad desde el inicio de la contemporaneidad: 1ª.- De 1808 a 1870: Desde los primeros cambios introducidos por los franceses hasta la realización de los planos parciales de las plazas y calles, y formación del plano geométrico o general, instrumento esencial para la reforma interior. Una reforma iniciada lentamente, que superaba las desordenadas actuaciones, que puntualmente y de forma muy localizada, se venían produciendo con diferentes resultados finales. Se irían poniendo las bases, con las actuaciones públicas y privadas, para una nueva manera de intervenir en la ciudad. 2ª.- De 1870 a 1931. Esta etapa fue la más fructífera en la transformación urbana de Écija. La burguesía propietaria e ilustrada, que sustituyó a la aristocracia terrateniente, ejerció el control del poder municipal introduciéndose en el mismo una parte representativa de la burguesía comercial, y actuando ambas como elementos dinamizadores del cambio de actitud respecto a la gestión de la ciudad; aunque no siempre con la misma intensidad y acierto. Dos hitos importantes marcan la primera parte de esta etapa que arranca con el reinado de Amadeo de Saboya, prosigue por el breve periodo republicano para desarrollarse a lo largo de la Restauración: la apertura de la avenida Miguel de Cervantes a partir de 1878 y la llegada del ferrocarril en 1879, ambos fueron paralelos a la puesta en marcha de nuevos servicios públicos (alumbrado, higiene y abastecimiento de agua,¿) que siempre mejoraron a los anteriores. La segunda parte, que se inicia con la Dictadura de Primo de Rivera hasta el advenimiento de la II República, queda marcada por la actuación del alcalde primorriverista, Luis Saavedra y Manglano, y su plan de mejoras de las infraestructuras urbanas y construcciones públicas de 1925. Con este, quiso proporcionar a la vez una nueva imagen a la ciudad y trabajo para los desempleados. No hay que olvidar que contó para ello con la supervisión técnica, aunque no con su continua presencia, del primer arquitecto titulado que ejerció como tal para el Ayuntamiento, nos referimos a Francisco Azorín Izquierdo. El impulso dado por Saavedra no cesó ni siquiera tras su destitución como Alcalde, quedando sus sucesores comprometidos con las tareas iniciadas. Dos de sus propuestas deben ser consideradas fundamentales, no solamente por su relevancia para la ciudad, sino porque fueron desde entonces, los proyectos que acapararon la atención de las distintas administraciones locales: el abastecimiento y distribución de agua y el abovedado del arroyo del Matadero. 3ª.- De 1931 a 1950: Igualmente podemos establecer dos periodos claramente visibles, el primero de 1931 a 1936 y el segundo de 1936 a 1950. Durante el transcurso del periodo republicano se intentó proseguir, pese a la falta de recursos, con el ambicioso plan de reformas urbanas de Saavedra y Manglano. Sin embargo, de gran importancia fue la creación de la Oficina Técnica Municipal para coordinar todas las actuaciones que se emprendiesen en la trama urbana, edificaciones e infraestructuras. Su andadura se iniciaría con Antonio Gómez Millán al frente de la misma, pero su nombramiento como arquitecto provincial algunos meses después, privaría a nuestra ciudad de su presencia. Su sustituto, José Granados y de la Vega, sería desde finales de noviembre de 1931 pieza clave en todas las intervenciones realizadas, siendo su actividad esencial para comprender los cambios de la ciudad en los veintisiete años que estuvo ligado a la misma. La continuidad del arquitecto a lo largo de periodo tan convulso y dramático, Guerra y Posguerra-Autarquía, proporcionó a las diferentes corporaciones un inestimable conocimiento de las necesidades y prioridades del urbanismo ecijano, aunque no siempre se viera concluir lo proyectado.