El genio maligno de Suárez: Suárez y Descartes.

  1. Baciero Ruiz, Francisco Tadeo
Revista:
Pensamiento: Revista de investigación e Información filosófica

ISSN: 0031-4749 2386-5822

Año de publicación: 2007

Volumen: 63

Número: 236

Páginas: 303-320

Tipo: Artículo

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Referencias bibliográficas

  • Sobre el giro «subjetivista» que introduce la filosofía suareciana en la escolástica tomista, cf., por ejemplo, los clásicos pasajes de GILSON, ÉTIENNE, L'être et le essence (Librairie Philosophique Vrin, París, 21962), pp. 144-186, correspondientes al cap. V: «Aux origines de l'ontologie»
  • más recientemente ha retomado la cuestión CABADA CASTRO, MANUEL: Die Suarezische Verbegrifflichung des Thomasischen Seins, Theologie und Philosophie, 49, 1974, pp. 324-342 (cf. especialmente las pp. 334-342)
  • Sobre la conmoción causada por la publicación de la Defensio fidei christianae, que alcanzó dimensiones verdaderamente continentales, cf. las pp. 182-202 del vol. II de la biografía de SCORRAILLE, RAÚL DE, El P. Francisco Suárez de la Compañía de Jesús, traducción del P. Pablo Hernández, S.J., E. Subirana, Barcelona, 1917, donde pueden leerse además los decretos condenatorios del libro por parte del Consejo Real de Francia y del Estado llano (pp. 199, 201), así como el relato del conflicto diplomático surgido entre Inglaterra, España, Francia y la Santa Sede a raíz de su publicación
  • Cf., por ejemplo, la excelente introducción de WILENIUS, REIJO, The social and political theory of Francisco Suárez, Acta Philosophica Fennica, Fasc. XV, Helsinki, 1963
  • «En la acuñación escolástica pasa la ontología griega, en lo esencial por el camino de las Disputationes metaphysicae de Suárez, a la "metafísica" y filosofía trascendental de la Edad Moderna, y determina aún los fundamentos y las metas de la "lógica" de Hegel» (HEIDEGGER, MARTIN, Ser y Tiempo, trad. de José Gaos, Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, 21962, § 6, p. 32)
  • Más expresamente aún, en sus lecciones del semestre de verano de 1927 sobre «Los problemas fundamentales de la Fenomenología»: «Die ontologischen Grundbegriffe Descartes' sind direkt von Suarez, Duns Scoto und Thomas von Aquino übernommen. Der Neukantianismus der vergangenen Jahrzehnte hat die Geschichtskonstruktion aufgebracht, mit Descartes beginne eine völlig neue Epoche der Philosophie, vor ihm zurück bis zu Plato..., sei nur Finsternis. Demgegenüber wird heute mit Recht betont, dass die neuere Philosophie seit Descartes auch noch die alte Problematik der Metaphysik weiter behandle und somit bei allem Neuen auch noch in der Tradition verbleibe» [HEIDEGGER, MARTIN, Die Grundprobleme der Phänomenologie, Gesamtausgabe, vol. 24, Vittorio Klostermann, Frankfurt am Main, 1989, p. 174, cap. 3, § 13, a)]
  • Pocos años más tarde también Zubiri se hacía eco de ello en un conocido pasaje de Naturaleza, Historia, Dios: «Las Disputationes de Suárez constituyen la enciclopedia del escolasticismo... Desde sus más antiguas direcciones árabes y cristianas... no ha dejado escapar Suárez ninguna idea u opinión esencial de la tradición filosófica... [las Disputaciones] han traído como consecuencia que el pensamiento antiguo continúe en el seno de la naciente filosofía europea del siglo XVII» (ZUBIRI, XAVIER, Naturaleza, Historia, Dios, Editora Nacional, Madrid, 31955, p. 123, el texto original pertenece al «Prólogo» de Zubiri a su propia traducción de la DM 2 de Suárez, Sobre el concepto de ente, Revista de Occidente, Madrid 1935 - cf. op. cit., p. 124-)
  • ARIEW, ROGER, «Descartes and scholasticism: the intellectual background to Descartes' thought» (en The Cambridge Companion to Descartes, Ed. by John Nottingham, Cambridge University Press, 1992, pp. 58-90 y 77)
  • «Il lui fallait absolument mettre la Compagnie de son côté; seuls les Jésuites avec leurs Collèges puissants et leurs attaches nombreuses dans les universités pouvaient déterminer le triomphe rapide... de la nouvelle philosophie» (cf. GILSON, La liberté chez Descartes et chez la Théologie, Librairie Félix Alcan, Paris, 1913, pp. 319-21, existe una edición más reciente, con prólogo de Jean-Luc Marion, en Librairie Philosophique J. Vrin, Paris, 1987)
  • Cf. GILSON, La liberté chez Descartes, pp. 9-10. Descartes estúdio en La Fléche, de acuerdo con los estudios más recientes, desde la Pascua de 1607 hasta septiembre de 1615, es decir, ocho años y medio (entre los once y los diecinueve años), recibiendo una educación típicamente jesuítica, con sus ejercicios espirituales anuales previos a cada curso, sus ejercicios de piedad, prédicas, estudio de las lenguas clásicas, de la filosofía escolástica, los clásicos griegos y latinos y la doctrina cristiana (sin descuidar el ejercicio físico
  • cf. RODIS-LEWIS, GENEVIÈVE, Descartes. Biographie, Calmann-Lévy, La Flèche, 1995, pp. 25, 30 y 36, y, en general, las pp. 25-42 del cap. II, «Les Études»), una educación de élite y novedosa en su época, también por su igualitarismo y gratuidad: «Les études étaient gratuites pour tous, seuls les frais de pension étant payés» (ibid., p. 29)
  • «Les cours dictés à cette époque... tous contiennent soit des cours complets..., soit des résumés de cours, mais rien n'indique qu'... une explication des textes ait dù s'insérer» (La liberté chez Descartes, p. 10, nota 2)
  • (cf. MARION, JEAN-LUC, Sur l'ontologie grise de Descartes, Librairie Philosophique J. Vrin, Paris, 1975, p. 182 y passim), no dejaba de reconocer al tiempo, que el diálogo «transtemporal» entre ambos autores (p. 179), tuvo lugar a través de la mediación de los autores jesuitas: «si Descartes connaît le corpus aristotélicien de la néo-scolastique, il ne connaît aussi d'Aristote que ce que la tradition lui en a pu faire parvenir..., l'interprétation thomiste des textes aristotéliciens fera loi dans la plupart des cas» (p. 20, nota 22)
  • Librairie Philosophique, Op. cit., p. 13, a todo lo cual habría que añadir una formación teológica recibida al modo escolástico (ibid., p. 11). El testimonio del escritor y amigo de Descartes Balzac, confirma por su parte que, desde fecha muy temprana, el filósofo parecería haber querido «saldar cuentas» con aquella filosofía aprendida de forma tan rigurosa («sufrida», circunstancialmente): «Au reste, Monsieur, souvenez-vous, s'il vous plaist, De l'Histoire de vostre esprit. Elle est attenduë de tous nos amis, & vous me l'avez promise... Il y aura plaisir à lire vos diverses avantures dans... la plus haute region de l'air; à considerer vos proüesses contre les Geans de l'Escole, le chemin que vous avez tenu, le progrez que vous avez fait dans la verité des choses, &c» (carta de Balzac a Descartes de 30 de marzo de 1628, Oeuvres de Descartes, publiées par Charles ADAM & Paul TANNERY, Paris, Librairie Philosophique J. Vrin, 1996, reimpresión de la reedición revisada por Bernard Rochot y P. Costabel de la edición original de 1897-1913, vol. I, pp. 570-571, mayúsculas en el original. Conservamos, como en lo sucesivo, la ortografía del original. Citaremos, como suele ser habitual, por A-T, indicando a continuación el volumen y la página correspondiente, y en su caso, las líneas de que se trate)
  • como MARION, JEAN-LUC, Sur la théologie blanche de Descartes, P.U.F., Paris, 1981, pp. 15, 32, 63, 118-119 y passim)
  • sobre Rubio, cf. además el artículo de BASAVE FERNÁNDEZ DEL VALLE, A., en Gran Enciclopedia Rialp, vol. XX, Madrid, 1974, p. 517
  • Un estudio comparativo entre el comentario de los Conimbricenses a los «Meteorológicos» y los «Meteoros» de Descartes, en GILSON, Études sur le róle de la Pensée Médievale dans la formation du Système Cartésien. Vrin, París, 19673, I, cap. 4, «Metéores cartésiens et météores scolastiques», pp. 102-140, esp. las pp. 105-126)
  • El padre Bourdin, a quien se deben las «Séptimas objeciones» a las Meditaciones (aparecidas en la segunda edición de 1642), era profesor de física en el colegio de Clermont de París, y la disputa sostenida por un alumno suyo, había versado (al parecer manipulando los textos), sobre algunas tesis relativas a la «materia sutil» y la reflexión/refracción. Descartes protestó ante el provincial de Francia, padre Dinet (que había sido prefecto suyo en La Fléche, cf. RODIS-LEWIS, p. 204, que remite a A-T, III p. 468) protesta que sería publicada finalmente en forma de carta latina al provincial en la segunda edición de las Meditaciones («Admodum Reverendo Patri Dinet Societatis Jesu Praeposito Provinciali per Franciam Renatus Des Cartes S.D.», A-T, VII, pp. 563-603
  • un relato pormenorizado de los hechos en GOUHIER, HENRI, La pensée religieuse de Descartes, J. Vrin, Paris, 21972, pp. 97-112). El padre Dinet lograría finalmente en 1644 la reconciliación entre Bourdin y Descartes (RODIS-LEWIS, p. 203)
  • «Quoniam... apprehensio illa quae fit sine iudicio regulariter fit per conceptus vocum potius quam rerum..., sicut in compositione vocum est falsitas sicut in signo, ita admitti potest in illa apprehensione, quamvis in ea sit quasi materialiter, id est, non tanquam in affirmante vel proferente falsum, sed tanquam in signo quod secundum se falsum significat. Sicut est falsitas in hac propositione: Non est Deus» (SUÁREZ FRANCISCO, Disputaciones Metafísicas, edición bilingüe y traducción de Sergio Rábade Romeo, Salvador Caballero Sánchez y Antonio Puigcerver Zanón, Biblioteca Hispánica de Filosofía, Gredos, 9 vols., Madrid, 1960 y ss., DM 9, sección 2, n. 4, vol. II, 1960, p. 193; en lo sucesivo citaremos por esta edición. En alguna ocasión hemos modificado ligeramente la traducción castellana, cuando nos ha parecido más acorde con el original)
  • Las semejanzas en este punto (la asunción, en realidad, por Descartes de la idea de un «ángel»/«genio» maligno), que pasaron desapercibidas a Gilson en su Index scolastico-cartesien, fueron puestas por primera vez de manifiesto, hasta donde sabemos, por N. J. WELLS en 1984, en Material Falsity in Descartes, Arnauld, and Suarez, Journal of the History of Philosophy, XXII, 1984, pp. 25-50 (p. 26, nota 10)
  • habiendo sido retomada la cuestión más recientemente por FAYE, E., Philosophie et perfection de l'homme. De la Renaissance à Descartes, Librairie Philosophique Vrin, Paris, 1998, pp. 333-335
  • y SCRIBANO, EMANUELA «La nature du sujet, le doute et la conscience», en Descartes et la question du sujet, coordonné par K.-S Ong-Van-Cung, P.U.F., Paris, 1999, pp. 49-66
  • y L'inganno divino nelle «Meditazioni» di Descartes: Rivista di filosofia, 2/1999 pp 219-251
  • El juicio de Faye sobre el particular es terminante: «nous pouvons être certains que Descartes connaît bien cette Dispute sur le faux: non seulment Descartes cite, dans ses Réponses aux quatrièmes objections, un passage de la section II sur l'origine de nos erreurs, mais on trouve dans le texte de Suarez un double argument qui a vraisemblablement marqué directement Descartes» (FAYE, 1998, pp 333-334)
  • Recientemente Faye ha publicado, en discusión con Scribano, Dieu trompeur, mauvais génie et origine de l'erreur selon Descartes et Suarez: Revue philosophique de la France et de l'Étranger, CLXXX-XI 2001 pp. 61-72
  • Sobre el argumento del «genio maligno» en los dos autores medievales, cf. el estudio de GREGORY, TULLIO, Dio ingannatore e genio maligno, Giornale Critica della Filosofia Italiana, LIII, 1974, pp. 477-516, traducido al francés en Genèse de la raison classique de Charron à Descartes, P.U.F., Paris, 2000, pp. 293-347 (cit. en FAYE, 2001, p. 61, nota 3)
  • Disputaciones Metafísicas, vol. II, Madrid, 1960, pp. 167, 190, 198
  • En otros pasajes de sus obras habla Descartes de los « prejuicios» (término más cercano a «doctrina»), como opuestos a la verdad. Ciertamente que el defecto de la « precipitación» (frente a la virtud de la « circunspección»), ya había sido señalado por santo Tomás en la IIa-IIae, q. 53, a. 3 (cf. la p. 198, ad finem, de la edición crítica de Gilson, DESCARTES, RENÉ, Discours de la méthode, Texte et commentaire par Étienne Gilson, de l'Académie Française, J. Vrin, Paris, 1947, reproducción de la segunda edición de 1926), si bien en Suárez, como en Descartes, encontramos todos los conceptos reunidos en un solo pasaje («evidencia», «precipitación», «prevención»/«doctrina»)
  • una traducción española en DESCARTES, RENÉ, Discurso del método, traducción de Risieri Frondizi, Alianza Editorial, Madrid, 81986, pp. 93-94)
  • De hecho Suárez dedica a la cuestión la DM 7 en su integridad: «De variis distinctionum generibus» (pp. 9-68 del vol. II, cf. además el estudio comparativo de ZUBIMENDI MARTÍNEZ, J., La teoría de las distinciones de Suárez y Descartes: Pensamiento, 40, 1984, pp. 179-202)
  • Cf. ALQUIÉ, FERDINAND, La découverte Métaphysique de l'homme chez Descartes, P.U.F., Paris, 21966, p. 68, que remite a su vez a SIRVEN, Les
  • A-T, vol. X, pp. 360-361
  • Incluso con su carga de subjetivismo o de imposición forzada sobre la realidad, como apunta Suárez: «sub una ratione scibilis, sive illa sit ratio specifica in esse rei, sive non» (cursivas nuestras). Sobre el carácter de «imposición» sobre la realidad de la ciencia «unificada» moderna, objeto de las continuas reflexiones de Heidegger en torno al «imperio de la técnica» como consecuencia del dominio de la metafísica subjetivista y de la teoría del conocimiento cartesiana (y suareciana) de la «representación», cf. la excelente y actualizada presentación del tristemente fallecido COLOMER, EUSEBI, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, Herder, Barcelona, 1990, vol. III, pp. 443-652, especialmente el cap. 10, c), «La muerte de la metafísica: tecnocracia y nihilismo», pp. 580-585
  • o las esclarecedoras páginas de OLASAGASTI, MANUEL, Introducción a Heidegger, Ediciones de la Revista de Occidente, Madrid, 1967, pp. 119-121, pp. 82-83)
  • Sin olvidar por elio la influencia que pudo ejercer en la formación del «método» cartesiano la Dialéctica de Petrus Ramus y su escuela, a través de sus categorías de «método», «dialéctica natural», y «mathesis universalis»: «Méthode est un jugement discursif de diverses axiomes homogénés qui sont proposés pour être du tout et absolument précédents de nature, plus évidents, plus clairs, et notoires... Cette méthode est singulière et unique» (ed. francesa de 1577, cit. en ROBINET, ANDRÉ, Le référent «dialectique» dans les Regulae, Les Études Philosophiques, enero-junio 1996, p. 11, otros textos relevantes en pp. 12-14
  • cf., además, A-T, vol. V, p. 257, 5-8. Es posible, aunque poco probable, que el mismo Suárez estuviese influido por alguno de estos autores, puesto que ninguno de ellos es mencionado en las 7.709 citas de los 245 autores que aparecen en las Disputaciones metafísicas
  • cf. las pp. 37-40 de ITURRIOZ, JESÚS, S.I., Fuentes de la Metafísica de Suárez: Pensamiento, 4, 1948, número extraordinario, pp. 31-89)
  • Según Marion, tanto Suárez como Vázquez habrían rechazado la postura tomista tradicional según la cual, y de acuerdo con la doctrina del ejemplarismo, Dios vería todas las verdades en sí mismo, dependientes de Él, no sólo en cuanto a su existencia, sino también en cuanto a su esencia o su ser verdad. Suárez y Vázquez, en cambio, habrían sostenido cierta subsistencia o independencia «epistemológicas» (por así decir) de dichas verdades, previa a su conocimiento por Dios (por decirlo con otras palabras: que Dios las conoce como verdades porque «realmente» lo son, independientemente de su ser conocidas por Él), opinión que Descartes condenará de forma rotunda en las mencionadas cartas a Mersenne de la primavera de 1630. En dichas cartas Descartes respondería de forma deliberada (aunque no explícita) a Suárez (así MARION, y previamente GILSON en La liberté chez Descartes), y/o a Vázquez (Marion): «Nous concluons donc à l'identification de Suarez (et, à un moindre titre, de Vasquez) comme adversaire privilégié de Descartes dans son débat sur la création ou l'indépendance des vérités éternelles» (MARION, Sur la théologie blanche de Descartes, p. 62, cf. esp. las pp. 59-63
  • los pasajes correspondientes de Suárez se encuentran en la DM 31, «De essentia entis finiti ut talis est et de illius esse eorumque distinctione», secc. 12, nn. 41-45, vol. V, pp. 178-186, los de Vázquez en las disputaciones 78, cap. 2, y 104, cap. 3, de sus Commentariorum, ac Disputationum in primam partem S. Thomae, Tomus primus complectens viginti sex quaestiones priores, Auctore Patre Gabriele Vazquez Bellomontano Theologo Societatis IESU, Compluti, Ex officina Ioannis Gratiani, apud viduam, MDXCVIII, pp. 617, 1025)
  • Y ello a pesar de las numerosas críticas que en numerosos fragmentos de sus cartas y escritos dedica Descartes a la filosofía «tradicional» (cf., por ejemplo, el mencionado « Prefacio» a la traducción francesa de los Principia, vol. IX, pp. 11, 15, 20). Con todo, no hay que olvidar que para esa época, consciente ya Descartes de su enorme fama, no muestra pudor alguno en ensalzar su propia genialidad, relegando a Platón y Aristóteles (ja la vez!), al papel de meros «principiantes» (cf. ibid., pp. 5-6, traducción española en DESCARTES, RENÉ, Los primeros principios de la filosofía, Introducción, traducción y notas de Guillermo Quintás, Alianza, Madrid, 1995, p. 10)
  • Por extraño que parezca, Descartes fue capaz de convencer de semejante enormidad a su inmediata posteridad, y durante más de dos siglos, como confirman los textos de Hegel. No así a Leibniz, buen conocedor de la filosofía escolástica, que afirmaba por ejemplo, a propósito del argumento ontológico de Descartes: «Argumentum pro existentia Dei ab ipsa eius notione sumtum, primus quantum constat, invenit proposuitque Anselmus Cantuarensis Archiepiscopus libro contra insipientem... Et passim examinatur a Scholasticae Theologiae scriptoribus, ipsoque Aquinate, unde videtur haussise Cartesius, ejus studii non expers» (LEIBNIZ, G. W., Die philosophische Schriften, «Animadversiones in partem generalem Principiorum Cartesianorum», Gerhardt, IV, p. 358, y añadía: «postquam apud Jesuitas Flexiae literas hausit», loc. cit., nota segunda)
  • Y en concreto: que en 1640, y durante la redacción de sus Meditaciones, Descartes manejó las Disputationes Metafísicas de Suárez (al menos la 9), hecho que ocultó a Mersenne, y parece haber querido ocultar también a la posteridad cuando, en sus respuestas a Arnauld, hablaba del «autor que primero cayó entre mis manos» («apud primum authorem qui mihi jam incidit in manus»), como si de una pura casualidad se tratase. Actitud muy lógica, por otra parte, si las Meditaciones, según su propio testimonio, contenían «todos los principios de mi física» («ce peu de Metaphysique que ie vous enuoye, contient tous les Principes de ma Physique», carta a Mersenne de 11 de noviembre de 1640, A-T, III, p. 233); conocido por su «antiescolasticismo», difícilmente podía Descartes reconocer públicamente que el modelo de su metafísica era... Suárez, precisamente
  • Ortega defiende el papel «ordenador» que Descartes significó para el «caos» filosófico que fue el Renacimiento: «En el pensamiento los renacentistas rompen, sí, con el escolasticismo pero fulleramente, pasionalmente, sin saber por qué... La filosofía del Renacimiento no es tal filosofía, sino un "hacer que se hace" y un puro lío... El escolasticismo, el goticismo, la Iglesia medieval eran ya cadáveres. Que hacía falta otra cosa era indudable... En qué consistiera la verdadera cosa apareció claro cuando Galileo... y Descartes... surgieron. Eso era el auténtico renacimiento... Refrésquese en la memoria la confusión infinita de las cabezas entre 1450 y 1600... y compárese con ello la sobriedad, agudeza acerada, claridad radiante... con que Descartes... funda de verdad una nueva y responsable concepción del Universo» (ORTEGA Y GASSET, La idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva, Revista de Occidente, Madrid, 21967, vol. II, pp. 244-246), aunque Ortega no parece caer en la cuenta de que semejante «claridad» y «agudeza» de pensamiento se debía en realidad a sus fuentes escolásticas, a las que Descartes hacía de hecho «renacer». Maréchal, en cambio, sí vincula esos rasgos de la filosofía cartesiana con esos orígenes, al tiempo que coincide con Ortega en valorar su papel de restaurador frente al «caos» anterior: «No es superfluo recordar aún hoy que la filosofía cartesiana no es un «comienzo absoluto» ni lógicamente, ni psicoló gicamente, ni históricamente. Podrá ser o pretender ser muy original; sin embargo entra en escena cargada con una herencia de presupuestos... El cartesianismo debe su éxito considerable a la circunstancia de haber sido durante dos siglos, y bajo sus diversas variedades, el único representante... notable del realismo metafísico... Tuvo el mérito de restaurar audazmente el sentido metafísico, que se estaba perdiendo; ... introdujo de nuevo en la filosofía... el afán por el rigor y la unidad sistemática» (MARÉCHAL, JOSEPH, S.I., El punto de partida de la metafísica, Gredos, Biblioteca Hispánica de Filosofía, traducción de Salvador Caballero, Madrid, 1958, vol. II, pp. 46, 50)
  • Y en concreto, dilucidar la cuestión disputada de si se trata de una metafísica diseñada exclusivamente «en función» de una física novedosa (así GILSON, en sus Études sur le rôle de la Pensée médiévale dans la formation du système cartésien, Vrin, París, 31967, p. 282, que aduce a su favor además los juicios de Ch. Adam, Lévy-Bruhl, Laberthonnière y Maritain), o bien de una «filosofía primera» elaborada sui ipsius causa, aunque en estrecha conexión con la física (GOUHIER, La pensée religieuse de Descartes, p. 108
  • WOLFF, CHRISTIAN, Philosophia prima sive Ontologia methodo scientifica pertractata qua omnis cognitionis humanae principia continentur, § 169, p. 73 de la edición de Verona, 1789
  • (cit. en GILSON, L'être et le essence, pp. 176-7). Efectivamente Suárez afirma en el n. 6 (no en el 5, como según Gilson dice el texto de Wolff), de la DM 2, secc. 4, que la esencia de una cosa es «lo que es primer, radical e íntimo principio de todas las acciones y propiedades que le convienen», «essentiam rei esse id quod est primum et radicale ac intimum principium omnium actionum ac proprietatum quae rei conveniunt, et sub hac ratione dicitur natura uniuscuiusque rei» (DM 2, 4, 6, vol. I, pp. 418-419) y Descartes, en los Principia: «ex quolibet attributo substantia cognoscitur; sed una tamen est cujusque substantiae praecipua proprietas, quae ipsius naturam essentiamque constituit, & ad quam aliae omnes referuntur» (Principia, I, 53, A-T, vol. IX, p. 25)
  • «La Philosophie ne s'enseigne icy [en Leyden] que tres-mal: les Professeurs n'y font que discourir une heure le iour..., sans dicter iamais aucuns Ecrits, ny achever le cours en aucun temps determiné... encore que mon opinion ne soit pas que toutes les choses qu'on enseigne en Philosophie soient aussi vrayes que l'Evangile..., ie crois qu'il est tres utile d'en avoir estudié..., en la façon qu'il s'enseigne dans les Ecoles des Iesuites... il n'y a lieu au monde, où ie iuge qu'elle s'enseigne mieux qu'à la Fléche» (carta de septiembre de 1638 - sin fecha exacta - a un interlocutor desconocido, A-T, vol. II, pp. 377-378). El mismo cariñoso agradecimiento encontramos en otra elocuente misiva de 14 de junio de 1637, enviada a su antiguo profesor de filosofía a la sazón rector del colegio de La Fléche, el P. Noël, remitida junto a un ejemplar del Discurso del método: «Ie iuge bien que vous n'aurez pas retenu les noms de tous les disciples que vous auiez il y a vingt-trois ou vingt-quatre ans... Mais ie n'ay pas crû pour cela deuoir effacer de la mienne les obligations que ie vous ay... le Volume que vous receurez en cette lettre, ie suis bien aise de vous l'offrir, comme une fruit que vous appartient, & duquel vous auez ietté les premieres semences..., comme ie dois aussi à ceux de vostre Ordre tout le le peu de connoissance que i'ay des bonnes Lettres... ie seray toute ma vie, Mon R. P. Vostre tres-humble & tres-acquis serviteur» (A-T, vol. I, pp. 383-384), sin duda que la fórmula de despedida, como toda la carta, es algo más que una mera fórmula, es el testimonio de la veneración más profunda del antiguo alumno de La Fléche hacia quienes le habían introducido, con toda solidez y «sistema», en el reino de la «sabiduría»