El aprendizaje narradoEl desarrollo humano de Jesús de Nazaret y su efecto en el Evangelio de Marcos

  1. MARTÍNEZ SÁNCHEZ, JOAQUÍN JOSÉ
unter der Leitung von:
  1. Pedro Aullón de Haro Doktorvater/Doktormutter

Universität der Verteidigung: Universitat d'Alacant / Universidad de Alicante

Fecha de defensa: 19 von Dezember von 2008

Gericht:
  1. Ricardo Senabre Sempere Präsident
  2. Javier Fresnillo Núñez Sekretär/in
  3. Antonio Domínguez Rey Vocal
  4. Xabier Pikaza Ibarrondo Vocal
  5. Javier García Gibert Vocal

Art: Dissertation

Teseo: 176922 DIALNET lock_openRUA editor

Zusammenfassung

El desarrollo humano es independiente del desarrollo tecnológico, aunque pueda hacer uso de éste último como auxiliar. La crisis producida por el progreso desenfrenado no invalida el horizonte de un aprendizaje transcultural, sino que puede ser superada por medio de la sabiduría, cuyo fundamento principal son las narraciones y, entre ellas, las vidas narradas. El aprendizaje histórico tiene dos dimensiones principales: la filogénesis y la ontogénesis, que se condicionan mutuamente. El modo de investigar los procesos de aprendizaje personal y global no puede ser positivista, dogmático ni sistémico, como si hubiera un paradigma previo a la existencia histórica. El acceso a las vidas narradas y a la Historia común tiene que ser hermenéutico, aunque hayamos hecho uso de todas las ciencias que se ocupan del aprendizaje: la psicología del desarrollo, la sociología del conocimiento, la teoría de la acción comunicativa y, de forma destacada, las ciencias de la literatura y las ciencias de la religión. Para comprender y explicar las formas del aprendizaje narrado hemos reconstruido su genealogía, en las dos vertientes ya señaladas: de la infancia a la madurez (ontogénesis), de las culturas tradicionales a la modernidad (genealogía histórica). Ahora bien, tanto la hermenéutica como los modelos científico-sociales en tiempos más recientes nos han permitido superar el individualismo que había lastrado la comprensión del aprendizaje, como consecuencia del idealismo filosófico y su historia de la autoconciencia, así como algunas figuras específicamente narrativas en la cultura occidental, que pretendían legitimar el patriarcado o la iniquidad estructural como resultado de una conquista: el Héroe autopoético (el Yo autobiográfico, el Soldado, el Homo faber, el Súbdito, etc.) que se determina a sí mismo. Por el contrario, las vidas narradas ocurren en el marco del diálogo, aun cuando sea manipulado por medio de la Retórica o de la ideología, al igual que cualquier acto de habla. Las vidas narradas demuestran mayor sabiduría cuando incorporan la alteridad que permite el aprendizaje: la experiencia dialógica del ser-Otro, con el/la Otro/a o para el/la Otro/a. El hecho de renunciar a cualquier prejuicio dogmático o sistémico no impide reconocer las formas canónicas de aprendizaje que se construyen socialmente, a través de las narraciones, sino que es el único camino para analizarlas racionalmente. Hemos contrastado la posibilidad de que tengan una validez transcultural, no por la facticidad del sistema, sino por un aprendizaje intercultural y por una racionalidad inmanente que no cabe determinar apriori. El estudio histórico del desarrollo humano descubre las raíces de nuestra cultura, más allá de cualquier etnocentrismo, desde la perspectiva de un/a aprendiz virtual que puede ser reconocido/a en las narraciones, por medio de las cuales nos comunicamos intersubjetivamente la experiencia (Erfahrung-Beziehung), en relación interpersonal y social. En el caso de las culturas occidentales estamos hablando de Atenas y de Jerusalén, aunque son cada vez más abundantes los vínculos interculturales con la sabiduría oriental y con tradiciones africanas, americanas u oceánicas. Pues bien, esas raíces no son otras que las historias sagradas donde se narra la experiencia del Misterio, desde los ritos chamánicos hasta el Evangelio, desde el Evangelio hasta las novelas de formación (Bildungsroman) y la blogosfera. Entre todas las historias de vida que nos son hoy accesibles, en nuestra cultura, a través de un diálogo permanente con el rostro humano del Otro, podemos señalar la concentración de valor en los testimonios que hemos llamado "memoria passionis". La interpelación del Otro humano que sufre iniquidad, que entrega su vida por la justicia, es fiel a sus compromisos o persevera en el amor perfilan un paradigma abierto cuya fuente no es difícil reconocer en el Evangelio, aunque también sean relevantes otros modelos (Sócrates, gnosticismo). La crítica de los procedimientos simbólicos con que operan las ideologías para legitimar el poder, la acumulación, el patriarcado o la violencia, hasta el extremo de la dominación total, nos permite distinguir con mayor claridad que lo sagrado es una construcción social y una mediación imperfecta con el Misterio. Pero también hace posible que señalemos un proceso histórico de aprendizaje que hemos llamado: 1) "concentración de lo sagrado" en la persona viva; y 2) "liberación", gracias a la agencia de una comunidad de aprendizaje, en lugar del Individuo autocentrado. Nuestra investigación se ocupa extensamente, durante la Segunda Parte, de reconstruir el modo específico en que las Sagradas Escrituras han narrado un proceso de aprendizaje, así como sus contradicciones internas: la Memoria de Jesús, que rehace la Historia de Israel desde sus cimientos; la Memoria sobre Jesús, cuyo dinamismo sería la imitación de Cristo, aunque la modernidad haya entendido el aprendizaje inducido separadamente como desarrollo moral y como experiencia mística del amor. Entre los cuatro evangelios, el que ha sido tematizado como fuente para la investigación sobre el Jesús histórico (Leben-Jesu-Forschung, Jesus Quest) durante los últimos dos siglos ha sido el de Marcos, a despecho del canon antiguo y medieval. En la tercera parte nos centramos en el estudio del relato de Marcos, por cuanto nos ha proporcionado, de manera casi subliminal, un modelo para el aprendizaje interpersonal e intercultural entre el héroe y los/as alter-protagonistas. El modo en que Jesús traspasa las fronteras internas y externas de su cultura, así como los cambios en su programa narrativo, sólo son inteligibles gracias a sus encuentros, que adquieren un sentido místico: la persona del otro/a hace posible la comprensión del Misterio. Dios-a se hace presente en la relación humana que es su signo, de un modo cada vez más claro, hasta la autorrevelación de la persona de Jesús en la Última Cena y el acontecimiento de la Resurrección, el cual transforma radicalmente la tragedia construida por el poder en una historia abierta y en una llamada al aprendizaje de la audiencia, con la ayuda gratuita de la fe.