El capitalismo emocional, un estilo de vida del presente. De Eva Illouz a los teóricos del biocapitalismo
- Maximiliano Hernández Marcos Zuzendaria
Defentsa unibertsitatea: Universidad de Salamanca
Fecha de defensa: 2023(e)ko urtarrila-(a)k 30
- Luciano Espinosa Rubio Presidentea
- Pablo López Álvarez Idazkaria
- Daniela Losiggio Kidea
Mota: Tesia
Laburpena
Esta tesis doctoral aborda la centralidad de las emociones en el capitalismo contemporáneo, hecho que trasciende los momentos y espacios del trabajo formalmente reconocido y que, en general, se hace evidente en la configuración actual de la vida emocional y de las formas de subjetividad. Dicho brevemente, el llamado «capitalismo emocional» ha pasado a constituir un nuevo estilo de vida del presente. Dentro de la pluralidad de perspectivas coetáneas que se han acercado al problema, el enfoque elegido aquí toma como punto de partida la obra de Eva Illouz, autora del concepto, al que se dedica la primera parte de la tesis con el propósito de analizarlo en su contexto de formulación original. Más concretamente, Illouz define el «capitalismo emocional» como un proceso de coproducción de las prácticas y discursos económicos y emocionales que se habría desarrollado a lo largo del siglo XX a través de dos fenómenos simultáneos. El primero, la «emocionalización de la conducta económica», supone la introducción de habilidades de gestión emocional en los espacios de trabajo desde las primeras décadas del siglo pasado; el segundo, la «racionalización de la vida emocional», está vinculado a la configuración de un nuevo ideal de intimidad en los años setenta a partir de los modelos culturales del feminismo de la segunda ola y de la terapia. Al término de la primera parte se detectan y analizan una serie de incoherencias y puntos ciegos imputables a este sentido originario de la expresión «capitalismo emocional», que permiten explicar el hecho de que la función y la especificidad histórica que Illouz atribuye al término no coincidan con los resultados de la mayor parte de trabajos que estudian las transferencias entre lo económico y lo emocional en el capitalismo contemporáneo. Las críticas formuladas a la autora pueden resumirse en un argumento principal: Illouz no contextualiza de forma históricamente precisa el capitalismo emocional en la medida en que desatiende las transformaciones del sistema económico que se encuentran detrás de los fenómenos que describe. Por ello, la segunda parte está dedicada a responder a la autora desde las llamadas teorías del «biocapitalismo», que aparecen ya en el siglo XXI en la estela de la recepción italiana de la biopolítica de Foucault y que pretenden articular una nueva «teoría del valor-afecto». Este giro desde la perspectiva sociológico-descriptiva de Illouz a una óptica más económico-filosófica permite situar la emocionalización del capitalismo en el marco del posfordismo, en el que los procesos productivos se inmaterializan progresivamente y subsumen un número cada vez mayor de cualidades vitales. Entre ellas ocupan un lugar paradigmático las habilidades emocionales y, consecuentemente, lo que los teóricos del biocapitalismo denominan «trabajo afectivo». De este modo, las emociones no solo se han convertido hoy en medios de producción, sino que se ven profundamente rearticuladas por la «subsunción total de la vida en el capital».