La femme fatale en la publicidad del siglo XX. La popularización de un arquetipo decimonónico

  1. Ballester Maroto, María José
Dirigida por:
  1. Manuel González de Ávila Director

Universidad de defensa: Universidad de Salamanca

Fecha de defensa: 21 de marzo de 2014

Tribunal:
  1. José Antonio Pérez Bowie Presidente
  2. Javier Sánchez Zapatero Secretario
  3. Antonio Jesús Gil González Vocal
  4. María Ángeles Hermosilla Álvarez Vocal
  5. Magdalena Cueto Pérez Vocal
Departamento:
  1. LENGUA ESPAÑOLA

Tipo: Tesis

Resumen

[ES] El discurso paternalista ha definido durante siglos el cuerpo femenino bajo términos de limitaciones sociales, políticas y económicas. El objetivo de la presente tesis es destapar la dependencia con la que se cubre a la mujer y llegar a los elementos más primarios. Estos elementos fueron dos. En primer lugar tenemos la función biológica; es decir, la función sexual que nos iguala a todos los animales. Y en segundo lugar el género; entendamos por género las características culturales que definen a una mujer según el tiempo y el espacio en el que si sitúa. Mario Praz observa qeu estos elementos se plasman literariamente por medio de la metáfora de la máscara, en donde la mujer se caracteriza interior y exteriormente. Interiormente, la mujer se caracteriza al asimilar la maldad desde la propia consumación del pecado; y exteriormente, al cubrirse con las costumbres propias de la decendia. Por lo tanto, la femme fatale se caracteriza por un fuerte contraste entre el exterior y el interior. Exteriormente vemos como la perversidad aparece encubierta con la inocencia de los gestos y de la vestimenta. La experiencia se finge por medio de la niñez y de la ignorancia. Y la pérdida de control del propio cuerpo se oculta tras la mesura, las buenas formas y el saber estar. Tanto la función biológia como las características que culturales que definen el género constituyen el sistema sexual. Sistema que el discurso religioso y el discurso médico han definido bajo términos de moderación y de mesura. Estos términos ponen el acento en la función sexual, porque desde esta perspectiva, la mujer que se mantiene pura e inocente refleja su belleza interior hacia el exterior y la proyecta en su cultura. Todo lo que se salga de este discurso canónico es catalogado como desviación de la norma y como algo contra natura, es decir como monstruoso. Esto es lo que hereda tanto el discurso paternalista como el discurso feminista. Tanto para defenderlo como para atacarlo. Pero la base es la misma. Si sólo nos centramos en esto, no llegaremos a observar en su plenitud el discurso asrtístico. Georges Bataillen mantiene que son los artistas quienes represenbtan el sistema sexual en su plenitud, y esto lo consiguen poniendo el acento en la experiencia erótica. Para ello, debemos entender el erotismo no como algo exterior sino como una experiencia interior que nace del deseo de tocar. Por lo tanto, la figura femenina es el reflejo y la proyección de los deseos masculinos. Pero, al mismo tiempo, la experiencia erótica también puede ser vista desde fuera. En donde, el erotismo sería la forma en que la mujer atrae el hombre. Es decir, la mujer, sabiéndose observada y objeto de deseo, asume las normas de percepción y de representación como un juego, y maneja a su antojo la máscara de la decencia para cubrir la tentanción, la incitación, la provocación... Este es el arquetipo que nos interesa en la tesis, porque nos ofrece una evolución de los aspectos culturales y deja en un segundo plano la función biológica. Así que no nos interesa tanto un deseo desenfrenado como un erotismo y sensualismo desmedido.